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Hija de un fabricante de chocolate, Pauline Léon es una de las protagonistas femeninas de la Revolución Francesa. Pronto tuvo que hacerse cargo del negocio familiar, tras la muerte de su padre, del cual heredó sus inquietudes políticas y sociales. Léon se erigió además como una de las figuras más representativas del movimiento “sans-culottes”, tan característico de la Revolución, desde el principio de ésta.
Participó en diversos acontecimientos revolucionarios trascendentales como la toma de la Bastilla o la Marcha sobre Versalles. Era asidua de diversas sociedades como El Club de los Cordeliers, donde protagonizaba intervenciones de carácter revolucionario, político y social. Tal era su importancia que el 6 de mayo de 1792 lideró una representación de ciudadanos que se dirigió a la Asamblea Nacional leyendo un documento firmado por 320 mujeres de París, en el cual se pedía permiso para organizar una guardia nacional femenina.
Una de sus contribuciones fue la fundación junto con otra de las figuras femeninas claves de la Revolución, Claire Lacombe, de la Sociedad de Ciudadanas Republicanas Revolucionarias, convirtiéndose además en la presidenta de dicha sociedad que, entre otras reclamaciones, pedían ser admitidas como diputadas en la Convención Nacional en 1793.
La situación social, económica y política que presentaba Francia en el último tercio del s. XVIII era catastrófica. La deuda pública en la que estaba sumido el país, así como el crecimiento de la población y la incapacidad de alimentar a ésta, fueron problemas que el Antiguo Régimen no supo resolver. Las nuevas corrientes de pensamiento económicas, políticas, filosóficas, científicas y culturales, fruto de la Ilustración, socavaron los cimientos políticos en Francia y proliferaron en las mentes de las clases más acomodadas que tenían acceso a un ambiente cultural más elevado y canalizaron las protestas ciudadanas de a pie. La mujer participó activamente en todos estos ambientes culturales, y fue actriz y testigo clave de los acontecimientos más importantes de la Revolución Francesa, estando presente en aquellos lugares singulares que marcaron el devenir de la misma.
Uno de esos lugares fue el Palacio de Versalles, residencia de la familia real y sede del poder político de Francia. Allí, también, se había instalado la Asamblea Constituyente surgida de la reunión de los Estados Generales. Y allí, se produjo uno de los acontecimientos más célebres de la Revolución, la marcha sobre Versalles, acontecimientos liderado y protagonizado por una multitud de mujeres que reclamaban pan y derechos.
Las protestas surgieron en los mercados de París debido a la escasez y el encarecimiento del pan y otros productos alimenticios de primera necesidad. A su vez reclaman mayores derechos. El gentío congregado, liderado por mujeres, saqueó los polvorines de armas de París, tras lo cual se dirigieron a Versalles desde donde llegaron rumores de la celebración de un gran banquete por parte de los que residían allí. La marcha no se hizo esperar y recorrió en apenas seis horas la distancia entre París y Versalles. Pronto cercaron el palacio gracias al armamento sustraído, contando incluso con la presencia de cañones.
Tomaron así la asamblea y sus demandas, sobre todo las de las mujeres, fueron escuchadas por los diputados de la Asamblea. Figuras como Mirabeau o Robespierre mostraron un enorme apoyo a la comitiva de mujeres, llegando incluso a interceder por ellas ante las Cortes. Sin embargo, el rumor de un boicot por parte de la reina María Antonieta enfureció a la multitud.
La reina María Antonieta no gozaba de la simpatía ni de la corte ni del pueblo de Francia. se ganó la gama de derrochadora y vanidosa y fue acusada de influir de forma notable en las decisiones del rey Luis XVI para su propio beneficio. Estos rumores también llegaron a la multitud congregada en Versalles que, encolerizada, buscó sin cesar a la reina con el propósito de destronarla, pues se pensaba que influiría en el rey para que las demandas del pueblo no fueran escuchadas ni puestas en marcha. Tras acceder al edificio por un pequeño portón, parte del gentío se enfrentó a los guardias que atrancaban las puertas como podían, sucediendo los primeros disparos y algunas bajas entre los manifestantes, lo que tornó más violenta la protesta. Finalmente el rey intervino calmando a la multitud y asegurando el regreso a París de la familia real y de los diputados de la Asamblea Constituyente.
Protagonistas, sin duda las mujeres. Su protesta espontánea, en masa, por la carestía y la escasez de víveres fue el detonante de esta marcha sobre Versalles y de los acontecimientos que allí ocurrieron entre el 5 y el 6 de octubre de 1789. Hoy en día nombres como Maillard, La Fayette o Luis Felipe de Orleans son los que se llevan el “mérito” de la organización de la insurrección por parte de los académicos, pero su participación solo fue anecdótica y el protagonismo de esta marcha les corresponde a ellas.
Actualmente la marcha sobre el Palacio de Versalles se considera uno de los acontecimientos más importantes de la Revolución Francesa, con un impacto solo comparable al de la toma de la fortaleza de la Bastilla. Independientemente de sus consecuencias, este asalto al palacio, evidenció la vulnerabilidad de la monarquía, que perdió su status de intocable por parte de la ciudadanía. Las mujeres se levantaron, protestaron y lideraron una de las mayores revueltas de la revolución.
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