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La Revolución Francesa marcó un punto de inflexión sin precedentes en la aprehensión de la prostitución. Por un lado se despenalizó esta actividad, convirtiendo a las “mujeres infames” del Antiguo Régimen en ciudadanas disminuidas de la República sometidas al control policial.
El 4 de octubre de 1793 se emitió una orden reglamentaria que prohibía a las prostitutas ejercer en espacios públicos, ya que “incitaban al libertinaje”. Esta orden provocó una primera reacción que supuso el arresto y control sanitario de más de cuatrocientas mujeres. Sin embargo, este decreto no impidió ni mucho menos el continuo desarrollo de la prostitución, sino que esta fue aglutinada en diferentes lugares, como el Palais Royal. El 3 de marzo de 1802, a través de un decreto, se legalizaron las casas de prostitutas, así como se permitió de nuevo la prostitución callejera, pero también se impuso un control severo de la policía y visitas médicas periódicas obligatorias a las trabajadoras.
En esta época las autoridades francesas estimaron que había unas 30.000 prostitutas, denominadas comunes, en París, a las que se le podrían sumar en torno a 10.000 más consideradas “de lujo”. Uno de los lugares más activos en cuanto a la prostitución se refiere fue el Palais Royal. En origen era uno de los principales centros de la vida social de París pero, con la llegada de la Revolución también llegó la decadencia de este lugar. Así la actividad que más proliferó entre sus paredes en aquellos años fue la prostitución.
Cientos de hombres acudían tanto de día como de noche a sus habitaciones. Aunque no sólo acudían los parisinos, sino que acogía a viajeros de todas partes de Europa. Tal fue su fama como burdel que se publicó la Lista de los Emolumentos para las damas del Palais Royal y de otras regiones de París , que incluía nombres, direcciones y precios de los servicios. Una de las mujeres mencionadas en la que sería la guía de moda del momento es Madame Duperon, una especie de ‘madame’ que según el texto ofrecía a mujeres de gran experiencia, todas residentes del Palais Royal. Asimismo se detallan extensamente las prácticas que las diferentes “amigas” de Madame Duperon pueden ofrecer a los clientes.
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