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Fue una revolucionaria política en una época en la que la mujer no tenía espacio para serlo. Pero no solo fue una adelantada en su época en cuanto las formas, el participar en la política, sino que también lo fue en cuanto a su contenido. Reivindicó la abolición de la esclavitud, la ley de divorcio, la protección y educación infantil, y los derechos de la mujer.
Antes de dedicarse estrictamente a la política, fue una conocida escritora de obras de teatro, aunque su temática ya era reivindicativa. Su obra La esclavitud de los negros (L’esclavage des noirs) fue representada por toda Francia salvo en la corte, ya que esta se finaciaba, casi en su totalidad, con el mercado esclavista.
Su actividad política fue creciendo en fama e involucración. Perteneció a la sociedad "Club des amis des noirs" (Club de los amigos de los negros) y empezo a escribir en periodicos revolucionarios. En ellos se posiciona en la línea de Montesquieu, defendió la separación de poderes. Apoyó en un principio la monarquía constitucional, pero se adhirió rápidamente a la causa republicana y se opuso a la condena a muerte de Luis XVI en 1793. Tomó partido por los Girondinos y advirtió sobre los riesgos de dictadura criticando duramente la política de Robespierre y Marat. Denunció también la creación del Comité de Salvación Pública.
Su aportación más brillante a la política es la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana de 1791 en la cual parafraseando la Declaración de los Derechos de la hombre y la Ciudadano de 1789 pide a la reina Maria Anotienta que defienda a su sexo, y busque su igualdad con el hombre. En un panfleto meses antes de su encarcelación escribe: “Si la mujer puede subir al cadalso, también se le debería reconocer el derecho de poder subir a la Tribuna”, pronosticando su futura muerte por defender su ideas al igual que lo hizo Robespierre años después.
Encarcelada junto a otros Girondinos por traición a la revolución ya que se opusieron a la muerte del Rey consiguió publicar dos últimos artículos: "Olympe de Gouges en el Tribunal revolucionario" y "Una patriota perseguida". Con ellos buscaba tener la opción de defenderse de la acusación en el tribunal, algo que consiguió pero no cambió su destino. El 3 de noviembre de 1793 fue guillotinada.
Tristemente el papel de la mujer en la política y la sociedad empeoró durante y después de la revolución. Tuvieron que pasar dos siglos para que Olympe fuera reconocida como una figura importante. Sólo mucho después se tuvieron en cuenta sus luchas, dejando un amargo sabor ya que la única vez que subió a la tribuna fue para defenderse de un crimen de traición del cual no la iban a dejar huir, en vez de predicar sobre los derechos de las mujeres en la sociedad y la política.
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